23.1.11


(Mitos, Leyendas y Cuentos Peruanos se terminó de imprimir en los talleres de la imprenta del Ministerio de Educación Pública, en Lima, Perú el día veintinueve de Noviembre de mil novecientos cuarentisiete.)

De la sección SELVA  del libro cuyo título figura en cabecera del post seleccionamos:

                                            La Carachupita Shitarera

Relatado por Ulises García, de 56 años de edad al preceptor Guillermo Izquierdo Ríos,
en Tarapoto, capital de la provincia de San Martín, Departament del mismo nombre.


    

        Cuando una carachupa (armadillo) estaba pescando shitaris en un río, se le acercó un tigre y le dijo: “Sobrino carachupa”, regálame un shitarillo”. Y la carachupa le regaló dos.

        Como el tigre le pidiera más y más, la carachupa le dijo : “ Tío, ya vas a acabar mi shitarillo; entra tú también al río a buscar”.

        El tigre se metió al río, pero no podía pescar shitaris, porque flotaba demasiado. Entonces, la carachupa de dijo: “ Tío, voy a buscar una soga en el monte para amarrarte 2 piedras en el pescuezo, y puedas así “buzar” en el río y agarrar shitaris”.

         La carachupa regresó del bosque trayendo una soga y le amarró al tigre 2 grandes piedras en el pescuezo. Este con el peso, se hundió por completo en el río y se iba a ahogar, pero con manotadas y sacudones logró romper la soga y libertarse, persiguiendo inmediatamente a la carachupa, la cual al darse cuenta del peligro, corrió y se subió a un árbol, llevando una piedra grande y cuatro shitaris. Cuando el tigre llegó junto al tronco, la carachupa le dijo: “ No me comas, tío tigre, te voy a dar estos cuatro shitaris; abre tu boca y cierra tus ojos”.

         El tigre hizo lo que le decía su sobrino carachupa y éste, en vez de los shitaris, le soltó la piedra y le rompió las muelas. El tigre, reanimado luego del golpe, volvió a perseguir a la carachupa; la cual, viendo que el tigre: iba a darle alcance, se paró y el dijo:”Espera tiíto, espera tiíto; quiero leerte esta carta que acabo de recibir.

        Escucha......”  ( La carta era una hoja en blanco de setico). La carachupa leyó en voz alta: “ Amigo carachupa: Te escribo para avisarte que en este momento va a haber un diluvio para todos los tigres, sin excepción”.

         Luego, dirigiéndose al tigre, le dijo: “ Ya ves, tío, corres tremendo peligro; sube inmediatamente a este árbol; entonces, la carachupa sacó un fósforo de su bolsillo y encendió el árbol diciendo al tigre: “ Tío, ya viene el diluvio, Ya viene el diluvio”.

        El tigre murió carbonizado y la carachupa regresó al río a pescar de nuevo, tranquilamente.




                           EL PAUCAR
Recogida por el preceptor Julio C. Vergara, en Iquitos, capital de la Provincia de Maynas y del Departamento de Loreto


      Cuentan que en un pueblo de la selva hubo un niño que siempre usaba pantalón negro y chaqueta amarilla. Además tenía demasiada suelta la lengua, pues a la menor noticia que oía la propalaba inmediatamente a los cuatro vientos y en un abrir y cerrar de ojos ya lo sabía la población entera, y más aún, solía burlarse de las flaquezas del prójimo, razón por la cual se hizo mal querer del pueblo, quien no veía la hora castigarle y corregirle esa debilidad.

      En una de estas ocasiones contó que una vecina anciana Mama Llicu era runa mula y que los viernes por la noche volaba montada en una escoba, noticia que en el acto llegó a oídos de la anciana; y como ésta era un hada disfrazada, decidió inmediatamente aplicar un severo castigo al incorregible niño. Con una varita mágica que llevaba en la mano, le dió un suave golpe en la cabeza, convirtiéndole al instante en un ave de color negro y amarillo -a semejanza  del color de sus vestidos-, al que llamó Paucar.

El muchacho, aún convertido en un ave, no se ha enmendado de su defecto y continúa propalando las noticias. Por eso es que continuamente oímos decir que cuando canta el paucar es buen augurio, pues está anunciando la llegada de cartas, telegramas, visitas y buenas noticias.

      El paucar es muy inteligente; imita con perfección los cantos y llamados de los campesinos y de algunos animales, en especial, el cacareo de las gallinas. Por eso los indios dan de comer a sus hijos el cerebro bien caliente  de este animal, con el objeto de que sean inteligentes y aprendan pronto las cosas que les enseñan.

      Este pájaro siempre tiene presente el castigo que le impuso el hada y por eso construye su nido en los árboles más altos, junto a caserones de avispas, para su defensa.





                       Werner  Bartra Padilla   Moyobamba (1970). Profesor de lengua y literatura y abogado por la Universidad...