RÓGER RUMRRILL
Axpikondiá
¿Por qué abertura de la
noche llega tu voz Axpikondiá?
¿En qué recodo y tumulto de
Estos días tremantes
escondes tu viejo cuerpo
tu mohina presencia que nos
grita que la felicidad es apenas
la pulpa de la carne, el
estiércol y el olvido
clamando más allá de todo
lo oculto y acechante?
Axpikondiá mi voz a de
llegar a tus oidos
mi cuerpo enardecido por
los Soles
urdirá como los nuevos
estambres del verano
y no seremos otra cosa que
los avestruces
corriendo a escondernos
en las alucinaciones de los
brujos de las noche
y tú, abriendo el fuego
nocturno,
cayendo entre raudales de
sangre y vomitando
toda la gris podredumbre de
estos días.
Axpikondiá,
te buscamos tras los
vientos, los fuegos del verano
pero sólo sabemos que el
mar escupe su saliva
que oxida cada tarde la
esperanza.
Caminamos, subimos por las
copas de los árboles, somos monos,
nos hundimos en los ríos y
trepamos por el quejido más alto
y queremos alcanzar la
terrible desnudez de la nada
y sabemos que ella irá más
lejos, burilada por la última piedra
de la noche, ligera,
estrellada, y no quedará de nuestra
morada
sino la última brecha
calcinada por el humor de los monstruos.
Ven Axpikondiá , no hay
tiempo, no hay la felicidad que tú aspiras,
queremos que tú seas
eso, la sesación de que en ti todo
termina
y alcanzar la gracia de
beberte gota a gota
en la hora de que el cuervo
besa el último resplandor del día
que se muere.
Axpikondiá, dime, ¿a quién
interrogaremos por ti?
¿Qué secretos belfos
besaremos buscando el labio de la virgen?
No sabemos, y tú como un
Sol incendias la palabra final
y tu fuego me abraza,
devora mis pelos y señales y no sé
qué caminos empezar en esta
lucha donde tú derrotas mis
últimos ejércitos, los
ángeles que se alimentan de mis niños
mal
nacidos.
El retorno de axpikondiá
Axpikondiá regresa cada
noche.
En sus espaldas trae la
circulación de los ríos
y el otoño de los brujos.
Axpikondiá dirá, entonces,
que no tiene la boca de los peces
ni la fuerza de las
corrientes que detiene en sus ojos
y dirá que el amor no se
cubre de la espuma del tiempo
como los árboles
reverdecidos con las recientes lluvias del verano.
Valle dirá,
Axpikondiá, breve salto entre tumultos
que ennegrecen
mi más leve esperanza.
Y todo acaba me gritará
Axpikondiá con su voz inaudible que
hace remolinos en mi
antigua sangre de genealogías insalubres.Axpikondiá retorna cada vez que muere
algo en mi pecho
cada vez que no siento la
vida flotando sobre mi cabeza.
Axpikondiá, sólo tú sabes
una cosa: las horas
torciéndose como una trenza
o un río estancado entre
mis manos
o un rayo al que la
eternidad mira pasar.
De:
Axpikondiá
RÓGER RUMRRILL
Plaqueta editada
por
Danilo Sánchez Lihón
GARGOLA 3
Colección de Poesía
Lima 1972