CARLOS REYES RAMIREZ
Requena, 1962
Foto:Gladys Zevallos
Poeta. Pertenece al Grupo Cultural Urcututu. Estudió Biología en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana. Ganó el Copé de Oro de la III Bienal de Poesía en 1986, con Mirada de Búho. Ha desempeñado labores profesionales en Iquitos, Requena y Nauta; ciudad,esta última, en la que reside en la actualidad.
Libros publicados:
Mirada de Buho, En el Mejor de los Mundos, Retorno al Parque de los Pescados, Animal de Lenguaje.__________________________________________________________________________
Textos:
POEMA A MANERA DE PUERTA CON MENCION AL PAJARO
Qué me detiene aislado en esta tierra abandonada
por los hombres,
poseída y desgreñada por pájaros insolentes
que golpean mi cabeza?
Qué me detiene en estos pechos enmohecidos
Por el llanto,
en este corazón de piedra o columna de bronce
que se hunde
como un pozo milenario sin bordes ni lamentos?
Creo haber divisado tierra firme desde esta barca
que me lleva o me trae
a islas memorables como ojo de búho trasnochado.
Y sin embargo,
avanzo como una cuerda dura que soporta otro cuerpo
a seguir imperecedero
al velamen de este trozo de madera tirado al agua,
tirado al charco que me salva.
Una puerta nos advierte desde años inconfesable
y los perros
ahogan transeúntes en los dormitorios desgastados
y nos lamen el rostro y las llagas.
Algo está pasando como un viento fresco
por las veredas,
un despedazado encanto que se torna dorado
como el planeta,
un infalible cuerpo que se opaca en la distancia y
agarra cofres,
asombrados cuchillos que desgarran las carnes y
repentinamente los devuelve.
NOTICIA SOBRE UN FRESCO DE SIGLO XVIII
Todavía quedan sembrados los fierros y las losas
que surcaron el Atlántico,
y esas antiguas catedrales de crujientes puertas.
Y para calmar los males de los días imposibles:
las viejas estatuas carcomidas por las aguas
y los años,
la glorieta de mármol europeo,
mientras los hombres palidecían bajo el sol
dorado y espeso.
Además hay un río profundo
como una mujer que escapa a tus espaldas
en un arranque de locura y baratijas
que entran o salen por su boca.
Cada mañana atisbo por la ventana
que aguarda tu retorno o tu partida.
Olvídate, olvídate para siempre
río tatuado por los barcos metálicos
que anclaron hace un siglo sus colas de mono
acorralado.
Y en las calles comprenderás que los rostros
no son más la felicidad de labios que mojan,
manos doradas en los curvados parques
y la memorable casa de Eiffel.
Así recordaremos
frases y grabados en oropel, lejanos trenes
en el que se cruzaba como el viento de junio
las veredas y las pampas despobladas,
mausoleos de judíos, de ingleses prósperos,
en una época que el sol caía
bajo el cielo revuelto y lluvioso. HAMLET
Para Ana Varela
Ofelia, sumida en charcos de tristeza conspira contra
mi vida
que ya no sirve sino para ahuyentar a los perros
que viajan a otras tierras llevando mi locura y mi
desgano.
Y mi madre duerme
desnuda en un lecho de piedras, cubierta de
escupitajos
que vomitan las bocas clausuradas por el filo de
una daga.
No importa
que todos miando al cielo haya derribado las tiernas
aves que amo. No importa que hayan caído de la
nave en el exilio
hundido hasta el cuello en el lodo que devora mi
estómago y mi luto. Pero he regresado.
Y si te hablo del retorno es porque me he tumbado
en los inútiles campos, donde mi infancia fue una
muestra
y nada más que un animal atrapado en las redes del
olvido.
Solo estoy loco cuando nadie escucha mis pasos
en los antiguos mármoles y duplica el espejo mi
imagen
de niño dócil precediendo la ira de los que aman,
los que me amaron.
Estos piratas tuertos y barbados que me han obligado
a regresar en un cofre de baratijas.
Y he regresado, como antes.
Ofelia que ya no será la madre de mis hijos
expulsados a estos paraísos abruptos:
amor, amor, huyendo de mí y mi espera. Te vas
en las aguas mansas y yo retorno cubierto de saliva.